sábado, noviembre 15, 2014

Wake up

La habitación está oscura. Cierro los ojos e intentó traer a mi mente tu aroma. Las sábanas están nuevas por lo que no tienen ningún rastro tuyo. Por unos pocos segundos tengo la experiencia sensorial de percibir un retazo de tu olor. Me propongo un nuevo ejercicio, revivir la sensación de acariciar tu cabello. Mi tacto conoce a la perfección su textura delicada y su suavidad.

Desde que emprendiste rumbo a la Travesía no hago más que añorarte, más fuertemente cuando tengo que enfrentarme a otra noche consecutiva de no dormir a tu lado. Despierto en las mañanas y tu costado de la cama está frío y vacío. Extraño tanto tus besos de buenas noches, cuando te pones de espaldas y juegas en el iphone que la mañana siguiente tengo enterrado en mi espalda o no tener que meterme al costado de la cama para recoger mis audífonos.

Cada minuto que pasa estamos más pronto a encontrarnos y me pongo más ansioso. Añoro tu sonrisa, la dulzura de tu voz, tus palabras, sólo quiero que llegue el día y que me cuentes los pormenores de tu viaje, me muestres las fotografías de los lugares que recorriste.

Estos días pienso en New York más que nunca. Puede ser porque ese viaje contrasta totalmente con lo que ocurre ahora. En New York lo máximo que estuvimos separados fue un par de cuadras (del Central Park al Tiffany & Co.) Ahora nos separa una cordillera y varios kilómetros más de tierra. Me puse a mirar las fotos y recuerdo ese día hipster en Williamsburg, ese atardecer mágico en el Dumbo y esa noche que me puse de rodillas en el Top of the Rock.

Es difícil no estar contigo en el día a día. Cuando se trata de ti soy totalmente vulnerable. De hecho la banda sonora de estos días ha sido Sigur Rós, lo que te permitirá dimensionar mi nostalgia. Este tiempo me ha hecho despertar y darme cuenta que en verdad es tan difícil estar lejos de la persona que amas.

El saber que dentro de dos días te tendré entre mis brazos es un motivo de alegría...




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